viernes, marzo 28, 2008

Lo que no coloco en mi CV pero siempre cuento

El miércoles estoy de cumpleaños y las últimas semanas me la pasé pensando si celebrar los 26 años. Decidí que no porque 26, no es una cifra especial, suman 8 y a lo más te hace recordar el número que usaba el Chupete Suazo en el Colo. Además cada vez que celebré mi cumple algo malo pasaba. Me pateaban, me esguinzaba o me echaban tristemente de algún lugar.

Cuando cumplí 23 la celebración fue en La Piojera. Fue el 1 de abril del 2005 y nos había pasado todo el día en el Centro de estudiante (CESo) mirando la tele a la espera que Karol pasara a mejor vida. Aun recuerdo a furia de la Kathy pegando un cartel en la puerta donde se leía "NO, NO SE HA MUERTO" ante el desfile de personas entraban a la oficina a preguntar "¿se murió?".
Ese día, 18 de mis compañeros de universidad se aparecieron en La Piojera para conmemorar mi nacimiento. A mi siempre me pareció más decente recordar el desembarco de tropas Argentina en las islas Malvinas (no Falklands) que dio inicio a la guerra entre argentinos y británicos que cobró la vida de 649 militares trasandinos, 255 ingleses y 3 civiles isleños y que sucedió el mismo 2 de abril de 1982, pero la gente prefiere el cumpleaños, la pachanga, el copete y la dilapidación antes que el recogimiento y el "nunca más".

El lugar estaba lleno, nos adueñamos a la mala de mesas y sillas, desalojando lentamente a los clientes del local con nuestros gritos, risotadas y cantos jugosos. El punto alto de la noche fue la llegada del dueño de la voz de Garfield por ahí de mi tercer terremoto (las 20 hrs). Finalmente el jolgorio nos superó (quizás sea más verídico decir "el jolgorio me supero") y desencadenándose una serie de desafortunados incidente llevo a que tratase de pelearme con el garzón luego de este decidiera no vendernos más copete argumentando que "está puede ser La Piojera, pero hay que tener algo de clase para estár acá" (chan). Luego de dar un jugoso escándalo que involucró lanzamiento de monedas varias el cuestionado (y borracho garzón) nos retiramos del local con la promesa de no volver. La noche terminó en La Florida por ahí de las 5 AM tomando pisco sin bebida.

Conversando con unas amigas le encontré un sentido a los 26. Los 26 años es el momento en que se cruza la frontera de los 25, alejándote con nostalgia de los 20 y comenzando a mirar con desconfianza esa lejana década de los 30, que comienzan a acercarse peligrosamente. Por ello, que decidí celebrar el comienzo de mi camino hacia la adultez con un remake del cumpleaños más recordado (no el mejor) de mi vida. En virtud de lo anterior, convoco, tanto a los participes de la primera parte como a los que que conocí después, los que no fueron y a aquellos que no conozco, el día miércoles 2 de abril del 2008 desde las 18:30 hrs al bar La Piojera para la celebración de mi vigésimo abril.
La Piojera se encuentra ubicada en Aillavilú Nº 1030 frente al Mercado Central salida Puente, estación Calicanto del metro Linea 2 (si no llegan con esa indicación están muy mal).
Mi idea es estar ahí por lo menos desde esa hora y ese minuto hasta las 22hrs, de no mediar un desalojo por la fuerza, cosa que no creo que suceda, porque las segundas partes nunca son tan buenas como la primera (no voy a entrar en la discusión si Terminator II es mejor que la Terminator I).
Sólo me queda decirles que espero que lleguen porque por lo menos yo iré, me tomaré un terrómoto y me comeré una empanada de pino.
Los veo en 4 días.

PD. Para los que no me ven hace tiempo o no me conocen, seré el colorín de lentes que estará vestido con polera verde y jeans negros.

lunes, marzo 17, 2008

Shut your fucking face, uncle fucker

No sé por qué pero es frecuente que cuando llevo largas horas sin dormir (23 horas a este momento) me de por escribir algo para luego publicarlo. Debo reconocer que esta vez este ejercicio tiene un afán de sobrevivencia más que de ocio: debo mantenerme ocupado para no cabecear en mi escritorio, eso sólo está permitido a quienes ya cuentan mas de 35 años y sólo después del almuerzo. De hecho, con la jerarquía las prerrogativas aumentan y hasta se te permite dormir una siesta (si revisan los mensajes de twitter a la derecha entenderán).

El sábado me quedé esperando hasta las 1 de la mañana la trasmisión en vivo de la pelea entre Manny Pacquiao y Juan Manuel Márquez. Cuando la pelea promediaba la segunda mitad, y Pacquiao y Márquez habían olvidado el elegante arte del pugilato para molerse a combos, me di cuenta que en HBO estaban transmitiendo un documental que quería ver hace tiempo, "Fuck".
El documental trata los diversos usos y connotaciones que dicha palabra tiene para los estadounidenses realizándose un interesante el análisis de la presencia (o ausencia) de esta grosería en los mass media del país del norte, todo condimentado por el enfrentamiento entre paladines de la libertad de expresión y defensores a ultransa de la primera enmienda, como Ron Jeremy; con miembros de organizaciones ultra conservadoras, ultra religiosas y pro familia. Existieron muchos momentos para rescatar, como cuando le preguntan a gente en la calle si cree que Dios ocupa "malas palabras" y ver como los gringos tratan de hablar respecto a la palabra fuck refirendose a ella como "The F Word". Esto me recordó a las barras mexicanas gritandole "Ratero. Ratero" al arbitro en una situación donde del Canal de Panamá al sur se le gritaría "hijo 'e puta. hijo 'e puta".

En un momento, se trató el tema de la exposición de los niños a lenguaje inapropiado. Este es el principal argumento de los grupos conservadores para buscar eliminar (o al menos limitar) el uso de garabatos en los medios y si bien los liberales (Ice T, Janeane Garofalo, Drew Carey, entre otros) podían el énfasis en que el control sobre los menores es labor de los padres, el mismísimo Kevin Smith (el director de Jay and Silent Bob, Mallrats, etc.) reconoció que dudo en exponer a sus hijos a su propio trabajo. Ahí me vino un urgimiento previsor.

¿Qué haría yo con mis hijos?

Creo que prefería cierto nivel de censura, pues encuentro que sería una soberana paja tener que controlar todo lo que viesen en TV, quizás así podría ahorrarme el momento incomodo de tener a mi hij@ frente a mi preguntándome qué significa culiao o maraco.

Pero lo cierto es que los garabatos los aprendemos, no de la TV, la radio o una revista, sino de nuestros amigos a quienes se los enseñan sus hermanos o primos mayores.

En el documental se exhibían imágenes de un comediante stand up (de esos que hacen reir, no como los del Club de la Comedia) quien se había metido en toda clase de problemas por grabar un disco con una rutina sobre 14 garabatos. El comentaba que si, los garabatos son palabras que contienen violencia, pero que esa violencia es entregada por los padres a sus hijos, quienes al escucharlos decir shit, cock, fuck o dick se escandalizaban y sólo atinaban a castigar a los niños, generando un reflejo casi pavloviano.

Recuerdo que cuando tenía 7 años jugando un partido con amigos escuché a uno de los mayores del grupo decirle a otro "cabrón culiao". Terminado el partido, fui donde mi papá y le pregunté por la palabra "cabrón". Me miró, guardó silencio, se hizo el loco y me mandó a la cocina a buscarle un vaso de agua. Unos días después le pregunté a mi mamá. Se enojó y me mandó a dormir a las 5 de la tarde. Aun me pregunto que tan mal me hubiera ido si hubiera preguntado por la palabra "culiao" en primer lugar.

Hoy soy de garabato fácil y repetido. Si bien mantuve mi boca "limpia" hasta mucho más allá del promedio, pues sólo en 2do medio el garabato se hizo algo usual en mi, los garabatos para mi se han transformado en sólo palabras a mi disposición para expresar ideas, por lo que me da lo mismo que alguien ocupe palabras como wea, pico, puta, weon, conchesumare, rechushesumare y culiao para pedirme un vaso de agua o para explicarme el "mito de la caverna", mientras sea en un tono amigable, me basta. Aunque debo reconocer que he tenido que controlarme, pues en el trabajo insisten en que cuide mi lenguaje y no responda a cada pregunta con un "puta... creo que la wea es...".

Y ud. amigo visitante... ¿qué wea me cuenta?

martes, marzo 11, 2008

28 días después

Si hay una cosa que me carga es que me pregunten ¿qué cuentas? Por lo general digo "Nada". Para ser honesto, no me molesta el que me pregunten que he hecho, lo que me molesta es que insistan en preguntarme ¿qué cuentas? una vez que ya he respondido "Nada". Creo que nada es una palabra que, si bien indica algo difícil de imaginar, es categórica y debería bastar para poner fin a cualquier duda que tenga mi interpelador.

Pero para quienes no se sientan satisfechos con dicha respuesta les explico que ese "Nada" significa dos cosas: a) mi vida es fome; b) tengo pésima memoria para recordar las cosas que hice. Soy capaz de recordar hasta el más pequeño detalle de largas historias pero sólo si consigo recordar algo de ella. Bueno, me imagino que todo el mundo es así.

Para los que esten interesados esta es la lsta de cosas que realicé los pasados 28 días en que no publiqué en este espacio y que podrían haber sido suceptibles de comentario.

1. Se casaron los rucios.
2. Volví a ir al estadio y a insultar gratuitamente a cualquiera que no estuviera vestido de celeste.
3. Llego mi nuevo jefe.
4. Me intoxique con comida.
5. Me pidieron asesoría para buscar topleras.
6. Alexis se fue a Brasil.
7. Raúl fue designado candidato a concejal.
8. La Tere dejó de fumar.
9. No entregué el regalo de matrimonio de otros amigos.
10. Un compañero tiró licencia.
11. No tuve vacaciones.
12. Acumulé una lista innumerable de temas sobre los que "debía" escribir en mi blog según mis lectores conocidos.