lunes, junio 23, 2008

No se confunda, no es lo mismo pero es igual.

Hace unas cuantas semanas me entrevistaron, no para la tele ni para un diario, sino para un estudio sobre universidad, pobres y problemas que viven los pobres. En la conversación me di cuenta que mi mayor problema fue el desarraigo y que para combatirlo traté de traerme un poco de Rancagua a Santiago, convirtiéndome al regionalismo y al consumo de la música más escuchada en la ciudad.

En mis tiempos de liceano lo que mandaba era el sound, eran los tiempos en que Rafaga cerraba el Festival de Viña, y durante los aniversarios del colegio te daban puntos si eras capaz de imitar sus coreografías. Para que hablar de las fiestas, opciones eran Red, Amerikan, Comanche, Tropikal, Potencia, Hechizo y Rafaga, y una variedad de grupos tipo 666, música tecno, en boga por el exitoso Extrajovenes y la Zapallito italiano. Debo reconocerlo aquí y ahora: Yo era chico tecno. Es que era joven e inocente. Bailaba toda la noche esos ruidos extraños y me movía tanto que parecía que me iba a desarmar. Aparentemente, parecía que así se debía bailar, pues gané un concurso un Día del alumno, aunque al final mi alianza no triunfó, ni me pesqué una mina.

Una vez en Stgo, luego de mirar la portada de Salario, Precio y Ganancia y asistir a una legendaria charla motivacional de la Jota, me bajó lo marxista y comencé a pensar que el tecno poco de música tenía, era sólo ruido, era alienante, no ayudaba a la revolución evitando que se creara conciencia de clase entre los jóvenes de la clase trabajadora, pues no denunciaba ninguna injusticia social a través de sus inexistentes letras. El Sound era música del pueblo latinoamericano, que relataba historias de la cotinideanidad de los estratos pobres, oprimidos por el yugo del perverso sistema neoliberal chileno, instalado por la dictadura y administrado a la perfección por la Concertación. Este razonamiento me llevó a escuchar la “Mañana de la Corazón” con Willy Sabor en Radio Corazón camino a la universidad en la 423, y a Leo Caprile en el “Cachandolas todas” de vuelta en la 424. También escuchaba en radio Nina a Dj Pinky con su programaba de música bailable entre 6 y 9 (hoy en la Corazón).

Con el tiempo y la sociología, me puse grave y me convertí en un fundamentalista del regionalismo, en barrabrava de O’Higgins y en un estudioso de la música sound. Logré identificar al menos 5 elementos que permitían distinguir una canción de un grupo argentino de uno chileno. En la carrera encontré a otros que valoraban la bailanta (nombre del Sound allende los Andes) ya sea porque compartían mi origen social o por un impulso postmodernista y postmaterialista, pero no me importaba, eran aliados, así como para Chile lo es Ecuador contra Perú, aun cuando pensemos que los primeros comparten por igual las características monicacas que atribuimos a los segundos. Aliados en las largas discusiones con otros postmodernistas y postmaterialistas que afirmaban que la música popular era Intillimani y la que se tocaba en Jane Fonda. Memorables e imperdonables se hicieron los viernes luego de clases y de la práctica tomando chela en el Fito y escuchando a Garras de Amor en el wurlitzer, el grupo chileno-argentino que revivió la cumbia en los sectores populares del país, recuperando el terreno que había perdido frente al Axe y otros ritmos provenientes de MEKANO y cuya labor ha continuado el grupo La Noche.

Posteriormente, moderé mis posiciones, me bajó el revisionismo, comencé a escuchar otras cosas y a pensar en las bondades de vivir en Santiago Centro y en las oportunidades que me abriría el trabajar en el gobierno central, aunque mi revisionismo nunca llegó a tanto como para jugar en un equipo llamado “Yo también fui comunista”. De todas maneras, agregué mis mp3 de sound a mi reproductor de 512 MB comprado con mi primera tarjeta de crédito y escuchaba la Corazón cuando volvía cada día de trabajar en una universidad privada.

Fue en esta época cuando un viernes bajándome del bus en el mercado de Rancagua, vi un afiche que decía “Hechizo en disco Estocolmo, hoy viernes X de septiembre”. Siempre había querido ver al grupo originario de Ovalle, ellos sin duda son el gran grupo de la historia del sound chileno con canciones como "Romance ilegal", "Mi mejor canción de amor", el súper éxito "Me enamore de ti" y, la más popular fuera del círculo sound, "La Temporera". Me decidí y fui. Sabía que el grupo no tocaría al tiro, llegué a las 1 pues me dio paja seguir en la casa llamando gente que me acompañara. Mala decisión la hora de llegada, el local estaba casi vació y tuve que esperar 2 horas al interior de la disco más flayte de Rgua. Claro que esa vez el problema no fueron los flaytes sino el grupo de dueñas de casa cuarentonas que me acosaron mientras me tomaba tranquilo mi vodka tónica en la barra de la disco. Alternadamente, 3 señoras se me acercaban a pedirme que bailara con ellas. “No, señora, vine solo a escuchar a Hechizo”. Pero se me quedaban pegadas hablando (solas) conmigo. Una me comentó que seguía al grupo a todas partes, la otra habló de sus hijos y la tercera de los problemas que tenía con su marido. Estaba chato, por suerte un amigo de mi hermana trabajaba en la guardarropía y lo acompañé a todos lados esa noche, mientras reflexionaba a lo triste que era ser atractivo para las sobre 40 y no para las sub 23.

El show fue a toda raja, excelente, 45 minutos que incluyeron las mejores canciones del grupo que hicieron bailar a la treintena asistentes que llegaron ese día a la Estocolmo (que manera de perder plata el productor). Las dos lucas que pague rindieron mucho más que las 22 que pague para Robbie Williams. Incluso se rajaron con un cover inédito de “Hoja en blanco”, una canción que es un himno del sound. Yo finalmente acepté la invitación de otra mina, también señora, pero de tierno 35 años que llegó a hablar conmigo con una botella de Baileys en la mano. Ya con varios vasos en el cuerpo y luego del show me fui en busca del grupo y los encontré comiendo completos en la parte donde durante el día se vendían colaciones en esa misma disco (pa que cachen el nivel). Ahí me acerqué muy respetuosamente al vocalista y le dije:


- Loco, los sigo hace años (no especifiqué cuantos, pues más de uno ya cuenta como plural) y creo que son la raja…
- Gracias.
- … creo que son el mejor grupo sound de Chile. Antes a mi no me gustaba el sound pero uds son la zorra, weon weon.
- Bueno, a mi tampoco me gusta el sound.
- ¿Cómo es eso, si tu cantas sound?
Miró a un compañero de la banda que se reía- No poh flaco (en ese tiempo estaba flaco), ahí te equivocas. Yo no canto sound, canto tropical romántico.


Entre el copete y el terremoto que produjo en los fundamentos de mis conocimientos musicales que produjo esa declaración, me quedé callado y le pasé un papel para que lo firmara y me fui a casa pensando que si hubiera tenido una cámara podría haberme sacado una foto junto al grupo. El lunes me di cuenta que el papel donde tenía el autógrafo era mi pasaje en bus y por guardar el autógrafo llegue atrasado a la pega, ya que solo me percaté el mismo lunes en la mañana en el terminal de Tur Bus. El sábado siguiente me compré mi cámara fotográfica y una semana después me enteré que el vocalista anunció su retiro del grupo para iniciar su carrera como solista.

Aun escucho sound, de hecho lo hago hoy mientras escribo esto, sigue ayudándome a pensar, a relajarme y soluciona un poco mi nuevo desarraigo, el que me provoca vivir solo. A principios de año me enteré que el Koke, mi vecino desde hace 20 años, es el nuevo baterista de Garras de Amor, fue por eso que dejo de ir al Estadio a alentar desde la Trinchera Celeste. Bien por él, algún día le pediré entradas para algún show, ojala ya me haya perdonado por romperle su auto a control remoto de un pelotazo cuando teníamos 10 años y me vuelva a hablar.