viernes, diciembre 04, 2009

Alergia

Hace una semana amanecí enronchado. El día anterior había comido camarones y la mañana siguiente no podía dejar de rascarme, lo que provocó que no fuese a trabajar. Por chat, un amigo me dijo que el sufrir de alergia por alimentos es de gay. Personalmente, no creo eso sea así. Ser alérgico es algo con lo que naces, está en tu ADN, en tanto la homosexualidad, tal como lo han expresado tan iracundamente muchas personas en Emol en semanas pasadas, es una opción, algo desviado, algo no natural.
Lo que sí es gay es lo que hice despues: fui a una clínica. Sentí que no odía trabajar rascándome y con manchas en mi cuerpo (no en mi cara ni cuello, las partes que están a la vista de los demás) así que llamé para decir que estaba enfermo y que no podría ir. Decidí ir al Hospital Clínico UC. Al preguntarme la razón por la cual me acercé a dicho centro hospitalario, no pude evitar sentirme incómodo.

- Tengo una reacción alérgica. Multiples manchas y picazón.
- ¿Desde cuándo?
- Desde la mañana. Cuando me desperté me picaba el cuerpo y tenía manchas por todos lados. Me duché y me vine para acá.


"Me duché y me vine para acá". Ni siguiera dije "pa'cá". No, muy gaymente pronuncié todo correctamente y, aún más gaymente, no esperé a que se me pasara solo. Es que ir al médico por algo que te sucedió sólo hace un par de horas y donde no hay ni sagre, ni huesos , ni masa encefálica a la vista es totalmente antinatural.
Conversando con gente cercana a la campaña presidencial, me han comentan sorprendidos que uno de los nuevos grandes temores de nuestros compatriotas es enfermarse, no por el alto costo de la salud en Chile, sino porque la mayoría tendría que recurrir a un hospital público y temen salir en peores condiciones de las que ingresaron (googleese Hospital Talca, San José, Iquique, Curepto, Salvador, Félix Bulnes, etc, etc.). Para mi ese temor ha existido siempre. Crecí como usuario de Fonasa y siempre fue un cacho asistir a un recinto público. ¿Para qué vamos a andar con cosas? Las esperas son largas, la atención es desagradable por la alta carga de trabajo de los profesionales, la infraestructura recuerda a los baños de los liceos públicos y cuando finalmente te atienden, lo hace un médico extranjero frente al cual uno no puede dejar de preguntarse si estudió en la academia Aplaplac de Ciencias Médicas de Callao o Cuenca.
Incluso siendo un madre como soy, de chico aprendí a aguantarme y no ir al médico sino hasta el tercer día de enfermo. Eso es lo natural, es lo que me enseñó el mundo, ese lugar donde si se miras con cuidado puedes observar la huella de lo que Díos tiene destinado para ti. Sin embargo, ahora que tengo dinero e Isapre, a la primera de cambio me marcho a un clínica, porque terminé en el Hospital Clínico sólo porque la Clínica UC de Lira no tiene urgencia. ¡Que lejos están los días de esperar no menos de 5 horas en la sala de urgencia porque estás con fiebre, dolor decabeza y vomitos o con una esguince doble en un pie o el plantón sentado en esas bancas asquerosas porque a tu vieja le duele el pecho! Picazon y manchas, igual urgencia... ¡que gay!