martes, septiembre 18, 2007

Tortugas Voladoras Gigantes (ni ninjas ni mutantes)

Yo debo reconocer que me he reído mucho en mi vida, fuerte y mucho, tanto que hasta en el casino donde como me mandan a callar los carabineros, pero nunca me rei tanto como aquel día en el Plaza Vespucio.

El protagonista de esta historia es Jefe, Jaimillo pa los amigos. Jefe es un buen tipo, viene desde Los Andes y al igual de muchos de mis amigos estudió con beca en la PUC, de hecho hoy es ingeniero comercial y está en el noveno decil de ingreso, muy lejos de donde estaba al momento de la historia. Jaimillo físicamente se distinguía por andar siempre de buzo y porque no pasaba desapercibido en espacios pequeños y congestionados. Jefe es un hombre bajo, de unos 165 cms y unos 110 kilos de peso, si es que no pesa más. También le decían Mario, porque su figura recuerda mucho a del personaje de Nintendo: cabeza grande, barbon, cuerpo redondo y patas cortas.

Todo sucedió una tarde de invierno. La tarde había comenzado mal para mi, iba en el metro con mi buen amigo, Alvaro, con Ramos y con Jefe camino al mall y los tres se pusieron a jugar con la insignia con velcro de mi chaqueta militar, se la tiraban unos a otros en sus chalecos de lana, hasta que Alvaro decide tirarla y pegarla en la espalda de una liceana que justo en ese momento se bajaba en Mirador, tuve que apresurarme en correr a quitársela de la espalda sin que se diera cuenta y volver al tren antes de que este partiera y me quedase abajo… lo logré, pero no evité que se rieran de mi por la siguiente hora. Si hubiesen querido podrían haberse reído toda la semana de mi, pero pasó algo mejor.

La razón por la cual íbamos al mall con los Confites (capitulo aparte la explicación de que son o eran los confites) es que la FEUC se había conseguido un descuento para jugar bowling en plaza vespucio entre las 12 y las 18 hrs a un precio ridiculamente bajo (gracias Jaime Guzmán por favor concedido), entonces cada dos semanas partíamos una tarde a jugar. Ese día como cualquier otro llegamos a jugar, sólo que esta vez, éramos un poco más de lo que acostumbrábamos a ir, en total éramos unos 10 jugando en 2 “mesas” contiguas. Yo jugué con Jefe, Alvaro, Ramos y Cozano. Por ahí de la mitad del partido, Jefe se preparaba para su tiro mientras la maquina colocaba los palos en posición y lo hacía como lo hacen los tenistas durante un partido, movía el brazo hacia atrás y hacia delante pensando en como sería su próximo tiro, de hecho lo hacía siempre y yo lo webiaba por eso. Estaba en eso, practicando, cuando no midió bien la fuerza del movimiento y se le arrancó la bola antes de que los palos estuvieran listos. Puso cara de “Avísenme si la cago”, nos miró a Alvaro y a mi, entonces, casi por instinto le grite: “¡weon! ¡Anda a buscarla!”

Me imagino que si han leído mi blog antes se imaginan lo que sucedió después… Jefe salió corriendo detrás de la bola instantáneamente después de que le grité, mientras yo le gritaba que volviera y el resto de los Confites y de los que estaban en el bowling se cagaban de la risa. Las patas cortas de Jaime casí no se veían de lo rápido que corría por el parquet de la pista. Finalmente pude levantar la voz por sobre todo el ruido de las risas del salón de bowling y lograr que Jaimillo me escuchara y lograse reflexionar… Jaime se detuvo, pero no de la manera que el lo deseaba. A esa altura de su “carrera” el ya había pasado la mitad de la pista y al intentar frenar se le olvido que llevaba zapatos sin agarre y caminaba sobre un parquet ultra encerado. Resultado de la ecuación… Jaime resbaló, patinó un poco hasta que se le ocurrió levantar los brazos. Gran error, esto provoco que perdiera el balance y que volase espectacularmente agitando su brazos y pies en el aire como lo hacen las tortugas cuando las pones de espaldas. Aterrizó de poto en la pista y se deslizó hasta quedar a unos 3 metros de los palos. Una vez que logro levantarse, corrió de nuevo de vuelta hacia el lugar del cual nunca debió salir tan sólo para recibir el cariñoso regaño del administrador de bowling quien le explicó de manera amable, pero enérgica a lo menos 5 razones por las cual no debía hacerse aquello que acaba de hacer.

Luego de reírnos unos 10 minutos más, decidimos que no podíamos continuar jugando y nos fuimos de vuelta a la U y Jaime a su casa. En la U le contamos a todos los que no fueron y al día siguiente no se hablaba de otra cosa, ese mes no se hablo de nada más. Sergio como siempre supo como a la semana después y se dedicó a revivir el recuerdo durante un almuerzo en el Playero. Llegó cuando estábamos todos sentados, miró a Jaime, levantó los brazos y comenzó a moverlos mientras parecía que se iba de espalda. Ahí Jefe se ganó otro mes de webeo.

Jaime quedó marcado por ese momento, no dejamos de recordárselo cada vez que el weon hinchaba mucho (y pucha que hinchaba ese weon) y es que la imagen de ver a una tortuga de 110 kilos volando por los aires y aterrizando de espaldas no se borra y les aseguro que es lo más gracioso que he visto, no puedo imaginar algo que lo supere.

[Desde ahora en adelante espero aplicaré el mandamiento de mi amiga Ale… you sapeas, you posteas. Saludos. OPC]

8 comentarios:

Alegría dijo...

Muy honrada me siento de ver mi estupido pseudonimo en tu blog... no tuviste miedo de ponerlo y eso me da aun mas gusto.
Me rei mucho con tu historia... gracias por una parte y CONSHESUMARE... me duelen los ganglios!!!!!!!!!
cof cof cof...
Me acorde de las mismas tortugas que hay en los juegos de mario que uno tiene que hacerlo saltar sobre ellas y votan a otro enemigo... jajajaja
Saludos Oscar... te extranho... no mentira por que no me junto contigo, pero hoy te fuiste sin avisar mal educado!
ale.-

Lolo dijo...

Me hubiese gustado enormemente verlo en vivo pero en ese tiempo no confiteaba mucho, en realidad, solamente en el taca taca de bachillerato... aunque jefe siempre será recordado como gran valor

Anónimo dijo...

Xcelente historia desgracia'o!!!

jajajajajaj

me reí harto, me recordaste ese momento... aunque algunas cosas le sacas y a otras le pones, pero lo importante es que se cuente una buena historia.

chau cumpa

Alegría dijo...

nadie te sapea... te voy a prestar a mi abuela pa que lea tu blog... de seguro ella te hace famoso:
- Al día siguiente todos mis familiares estaran leyendo tu blog.

Ale.-

Alegría dijo...

y probablemente sus vecinos y la gente en la micro, negocio, peluqueros... también.

The Uninvited Guest dijo...

"vamos al bowling???"... nunca concretado por mi parte, debo decir. Pero me recuerda un sin número de frases y preguntas recurrentes como esa: "vamo' a almorzar?", "comamos pizza?", "juntémonos en reserva", "vamo' al Ceso?". Fue como un deja vu. Buena historia camarada!

Alejandra dijo...

Está buena la historia, me la imagino.
Me gusta el bowling también, sobre todo que te pasen esos zapatos especiales y el señor le ponga mucho Lysoform a cada uno. Eso al menos pasa en el Bowling de Gran Avenida, no he ido a ningún otro.
Buen tema para escribir, hasta saqué una idea.
Saludos

MCHN dijo...

ciertamente... yo siempre termino d ejugar con los piues humedos y nunca se si es por traspiración o por la cantidad de lysoform que le ponen a los zapatos